lunes, 6 de junio de 2022

Soñando con Suomi

En muy pocas ocasiones recuerdo lo que sucede en mis sueños con tanto detalle.  Sé que a veces he soñado y tengo leves imágenes en mi cerebro que recuerdo.  Pero esta vez fue diferente.

No solamente recuerdo lo que soñé, sino que durante el mismo sentí cada situación en el alma, y sí me desperté llorando.

No sé si es un llanto de tristeza o de alegría, pero me siento bien al soñar con lugares y personas que significan mucho para mí.

Esta es la historia que he llamado: “Soñando con Suomi”

(Foto tomada por mí en Helsinki, Marzo 2009).

Viajé muchas horas en avión y luego me vi en el aeropuerto de Vantaa, y cómo si fuese algo común tomé mi maleta y caminé hacia el taxi que esperaba afuera: ¡raro no hacía tanto frío!  Me llevó a un hotel, de inmediato la situación se tornó más interesante: ¡no iba sola!, estaban conmigo mis hijos, -que haciendo un paréntesis ojalá que algún día podamos estar juntos allá- y cómo toda mamá empecé a apurarles que debían estar listos para la ceremonia.

Salimos del hotel vestidos formalmente, nos esperaban unos vehículos que nos llevaron a un lugar muy amplio, creo sin temor a equivocarme que era el Estadio Olímpico de Helsinki, tampoco he estado en él, pero sí he tenido la dicha de ver competencias por televisión durante mis viajes a ese hermoso país en los años del 2009 al 2013.

El estadio estaba muy limpio, ordenado y ya había personas ocupando sitios, todos teníamos invitaciones en la mano, y ¡sorpresa! Empiezo a notar caras conocidas, paisanos de mi Nicaragua que no volaron conmigo en el avión, unos llegaron primero, otros después.  Salvador, era el primero en la fila, luego María Luisa, una ex colega argentina que por cierto tanto tiempo sin saber de ella y aparece en mi sueño.

Ruth, Lilian, Arlene, José, Iván, María José, todos nicaragüenses y estaban Belinda, que es una ex colega salvadoreña y Karin originaria de Suecia pero ya más nica que otra cosa, personas especiales que siempre las tendré en mis recuerdos, como a todos los demás con mucho cariño.  Vuelvo al sueño.

Todos nos saludábamos felices y sorprendidos porque no sabíamos que todos estaríamos ahí, no hacía frío, sino que el clima estaba relativamente templado, con sol y era sin duda entre Mayo y Junio: la primavera.  De pronto miramos casi todos al mismo tiempo hacia arriba de las filas superiores en el estadio y notamos sentados a nuestros colegas finlandeses: Inka, Tiina, Riitta, Riikka, Kari, Las Eeva (Eeva y Eeva-Liisa), Saana, Emily, Laura, Pekka, Niina, Sofia, Katriina, entre otros; levantaban sus manos diciéndonos “Hei”, y todos nos levantamos para abrazarles y decirles cuánto les extrañamos.

Este equipo de trabajo que estuvo por muchos años funcionando en Nicaragua, no era sólo trabajo, fue por algún tiempo parte de nosotros: familia, y se quedó con nosotros.

Entre risas y llanto, preguntas y respuestas, de pronto al frente llamaron para iniciar el evento, aún no tengo idea de qué se trataba, sólo vi subir al podio con esa sutileza y presencia tan especial a la hermosa Marja Luoto, en su discurso no sólo elogiaba el trabajo de muchos colegas en diversos países de Latinoamérica sino en especial todo el trabajo y avances logrado en Nicaragua que fue la sede donde ella se desempeñó con la excelencia que le caracteriza.


(Foto tomada por mí en Marzo 2009, tremenda experiencia ¡caminar sobre el mar congelado!).

Empezaron a llamar a todos y cada uno de los que fuimos invitados a esa ceremonia, de pronto escuché mi nombre, y subí unas gradas, cuando estuve en la parte más alta de esas gradas mi vestido cambió: era un vestido hermoso, largo y de colores tornasol, no puedo decir que solamente celeste, violeta, verde, tenía todos los colores que con cada paso cambiaban, miré a mis hijos y les envié un beso.  Luego miré a mis ex colegas finlandeses y ellos me asintieron con la cabeza que “Sí” y continué caminando hacia el tope, lo más alto de las escaleras.  Mi vestido era al mejor estilo de la Cenicienta. Vi la parte inferior del mismo y noté que tenía una abertura al lado no sé si el vestido se rompió o qué, pero no me importó, seguí subiendo, creo que no paré de subir esas escaleras...

Creo que el sueño se vio interrumpido por el reloj despertador las 4:30 a.m., sequé mis lágrimas y pensé, “Soñando con Suomi: ¡vaya qué privilegio!”, sí porque no es fácil tener en el corazón tantos recuerdos con tanto cariño de un país tan hermoso, al cual le agradezco lo mucho que me regaló de parte de su gente, de su clima y espacio, sé que con cada colega aprendí mucho y soy lo que soy por supuesto, por lo que me permitieron aprehender todos los jefes que he tenido en mi vida profesional, y los consejos recibidos de aquellos que se atrevieron a regalarme un poquito de su amistad.

Espero poder volver a soñar contigo Suomi, y que estos sueños se hagan realidad algún día, principalmente la parte en que llego a tu tierra con mis hijos y logro abrazar a cada persona querida, y no sigo escribiendo más, no quiero seguir llorando.

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